miércoles, 23 de septiembre de 2015

Sobre mundos y creación. O de vuelta al servicio activo.

Soy plenamente consciente, queridos lectores, que este periodo vacacional nos ha sentado cómo un tiro. Pero bueno, aquí estamos de nuevo y dispuestos a seguir contando nuestras mierdas que, como siempre, espero que disfrutéis. Empezamos.

Creo, desde mi nada humilde opinión, que hay una regla fundamental que acabamos cumpliendo todos aquellos que nos dedicamos a la Dirección. Al final, todos los mundos que ya nos vienen creados en diferentes escenarios se nos quedan cortos y tendemos a jugar en uno de creación propia, donde moldeamos el mundo a nuestro gusto y el de nuestro grupo de juego. Es una de las cosas que más me gusta de este mundillo que a todos nos une: la creatividad. Y no hace falta que os hable de la cantidad ingente de mundos que hay. Pero sí me voy a permitir la licencia de nombraros a Exertas, de +Athal Bert y que podéis visitar y conocer en su Laboratorio Friki.

Y de eso vengo a hablaros hoy, queridos lectores. De la belleza que supone crear un mundo propio. Porque al final considero que, aunque os pase como a mí y os guste dirigir de todo un poco, tener un mundo propio y cuidarlo como si fuese un hijo es una de esas cosas que todo Director debería hacer. Más que nada porque es cómodo. Si el mundo es tuyo sabes cómo funciona a la perfección, y te puedes permitir lujos con la seguridad de que no estás metiendo la pata y de que estás siendo consecuente con las acciones que estás narrando en todo momento. Al fin y al cabo, tú tomas el papel de Dios omnisciente y controlador. Tú conoces a todas las personalidades de la tierra y sus ambiciones.

Y la cosa es que podemos llenar nuestro mundo con todas las referencias que nos gusten. Pero, supongo, y como no podía ser de otra manera en un artículo mío, que precisamente ahí está el error. Muchas veces, en pleno afán creativo, pretendemos incluir en nuestro mundo elementos que difícilmente casan bien, o que no tienen demasiada coherencia por mucho que intentemos dársela.  Hubo hace un tiempo un reto consistente en crear un mundo aleatorio y hacer que quedase bonito. Como iniciativa es buena, pero considero que es difícil (o que al menos está feo) hacer un mundo coherente donde conviven imperios draconianos y reinos steampunk en perfecta armonía. 
Según mi criterio, la mejor forma de hacer un mundo resultón es seguir la regla universal de escribir sobre lo que se sabe. Obviamente la fantasía, la imaginación y todas esas movidas new age que le contamos a nuestros críos tienen cierta importancia, pero lo esencial  el cuerpo básico de nuestra creación debe tener un punto de referencia coherente. Y no hay nada más coherente que la propia historia humana, por mucho que nos cueste creerlo.

De tal fría estamos desarrollando, o creando según prefiráis, un mundo de fantasía desde la casa 38. Un mundo que lleva ya una cantidad curiosa de tiempo en el taller y que espero que pronto podamos daros algunos detalles.

Sin más que añadir, prefiero despedirme ahora que puedo.
Borgeos.

P.D.: No. No he puesto ninguna imagen porque escribo esto desde el móvil y me da una pereza horrible.

No hay comentarios: