sábado, 21 de marzo de 2015

Desafío del Cadáver Exquisito II. O este agujero es más macabro de lo que pensaba.

Mis compañeros en La Casa están desaparecidos. El otro día vi como +Dorian Vizsnic entraba en su habitación con un libro antiguo y desde entonces no ha salido. De su habitación sale un profundo olor a pescado podrido. 

Voy a recoger el guante lanzado por +Dorian Vizsnic en ESTA entrada. Aprovecharé para escribir un relato.La idea que tenía para continuar esto se ha ido degenerando hasta puntos inimaginables. Bueno, inimaginables no, porque yo me lo he imaginado.


"Por mucho que dijesen mis mapas, yo tenía la sensación de llevar días perdido. Pensaba que nunca encontraría esas ruinas. De hecho, pensaba que hallaría finalmente mi muerte entre esas arenas vacías. Pero, y como siempre me ha pasado, la Divina Señora de la Suerte me sonrió en el momento adecuado, aunque os juro por el resto de los Dioses que preferiría que su sonrisa hubiese sido menos macabra.
Resbalé y caí. La arena tapaba el orificio de entrada y, aunque el orificio en el suelo estuviese al descubierto, tuviese señalizaciones y una veintena de banshees me estuviesen gritando al oído 'oye, mira, que si sigues andando te vas a caer,' el despojo de persona que era yo mismo en ese momento hubiese caído igual.
Más por puro instinto que por consciencia logré agarrarme a un cago que pendía del techo. Fue entonces cuando la realidad me golpeó en la cara. Después de tanto andar, después de haber abrazado mi fatídico destino, por fin había encontrado las ruinas de Sirphé. El corazón me daba saltos de alegría en el pecho.
Pese a mi falta de fuerzas logré descolgarme hasta la primera terraza. Entonces vi en su plenitud la estructura. Se trataba una especie de cúpula subterránea dividida en terrazas concéntricas que descendían formando una espiral en sus paredes. Del orificio por el que me había precipitado colgaban un sinfín de cuerdas putrefactas y secas, y las terrazas estaban custodiadas por extrañas esculturas de adobe que me miraban con caras sin rasgos. Para un arqueólogo como yo, se trataba de un descubrimiento increíble. No duré demasiado en comenzar mi descenso, pese a la falta de fuerzas. Una pena que no descubriese hasta el final lo que en esas ruinas me esperaba.
En la base de la edificación se levantaba una pirámide. Empecé a extrañarme, por ahora, todo el complejo tenía poco o nada que ver con lo que se suponía que era la cultura de Sirphé. Y cuanto más me acercaba a esa pirámide, más se me revolvían las tripas, pues en su punto álgido encontré un sinfín de restos humanos despedazados, y lo que indudablemente eran manchas de sangre reseca."

Y aquí lo voy a dejar, me temo. Que siga otro.

Borgeos.

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