jueves, 15 de enero de 2015

Cubiqum. O El puñetero señor Writer.

Es que mola hasta el logo.

Resulta que hace un buen par de días mi buen amigo +Dorian Vizsnic me dijo de ir a una escape room. Al final, después de dos días de angustiosa duda, hemos ido a Cubiqumos dejo el ¡ENLACE! al más puro estilo Velasco, en Sevilla. Y la hemos completado cómo auténticos campeones.

Mecánica básica de un escape room: Te encierran en una habitación y tienes que salir en un tiempo X. Normalmente, una hora. Para salir, por supuesto, deberéis resolver cierto misterio o cumplir ciertos objetivos. O ambas. En el caso de Cubiqum, digamos que interpretáis el papel de un grupo de agentes (dado que esta actividad está recomendada para hasta cinco jugadores) que deben robar ciertos archivos del famoso y ficticio escritor Writer. Junto a estos archivos, que revelarían el secreto de su éxito, los agentes encontrarán la solución para escapar del apartamento.

Ciertamente, es una experiencia buenísima.  La actividad es emocionante y supone un reto intelectual que va más allá de lo corriente. A veces incluso llega uno a sentir ansiedad por estar encerrado. Y, bueno, luego está la sensación de éxito que uno siente al completar el desafío. Un auténtico placer.

Luego está el tema de la atención al consumidor. Desde el principio se respira buen rollo y la misma cara que os da la bienvenida se encarga también de haceros de guía, convirtiéndose en una especie de Director que os ayudará a encauzar vuestra investigación cuando os sintáis perdidos. Por cierto, Cristina, un saludo y gracias de nuevo por tu atención. 

Ahora que he terminado de echarles las merecidas flores a la gente de Cubiqum, os voy a hablar un poco de mi partida. Anteriormente me he referido a nuestra actuación en la habitación como que eramos unos campeones y tal. Y, aunque la completamos, y ahora que me estoy sincerando con vosotros, he de deciros que más bien nos comportamos como auténticas nenazas. Dorian y yo fuimos acompañados de otros amigos y jugadores nuestros, Alonso, un tal Antonio y Luis Albertorrrrl, siendo ESTE el blog de este último, juntando un total de cinco jugadores. Cinco jugadores que tienen un cerebro intermitentemente inútil. Quizás, y solo quizás, Alonso y yo nos quedásemos 5 minutos como pasmarotes mirando una pared jurando que ahí debería haber un secreto oculto. Quizás, y solo quizás, Luis se quedase admirando su figura en un espejo y sintiéndose orgulloso por haber resuelto un misterio que no había resuelto. Porque sí, BATH al final resultó no significar nada. Pero a él le hacía ilusión. Como soy un perro orgulloso, no estoy dispuesto a asegurar nada de esto.

En definitiva, y cerrando un poco la reseña, solo me queda recomendar a todo lector el vivir esta magnífica experiencia. Es una actividad barata y que os mantendrá entretenidos un largo tiempo, hasta un máximo de una hora.

Por cierto: no he puesto demasiadas imagenes porque es parte del encanto. Si queréis ver nuestra actuación y nuestras caras, entráis a Cubiqum y buscáis La Casa 38 entre sus fotos.

Borgeos.

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